lunes, 9 de noviembre de 2009

Dos perros

Dos perros, llevaba yo cuando la vi pasar. Los perros la vieron antes que yo y me miraron los dos juntos al mismo tiempo. Comprendí sus caras, miré adelante y la vi. Tenia todo menos años, era como de 17 para exagerártela. No sabes lo que era, estaba mejor que Dios, divina y toda poderosa. Se reía, era feliz de ser la mas linda. Me miro muy de reojo y ya venia sonriendo de antes. Le dije si quería que la acompañe, que el barrio era oscuro esa noche y que los perros nos iban a cuidar de todo lo malo que hay en la calle. Ella siguió sonriendo y caminando. Yo también seguí caminando sin esperar nada pero los perros se detuvieron en el lugar hasta que yo colgué de las correas y me di vuelta. Ella se dio vuelta y me pregunto hasta donde la acompañaría custodiándola. Me puse contento pero me pareció ver pasar detrás de ella al ángel de la histeria. Pensé hasta donde ira caminando esa chica, puse en duda esa sonrisa y lo multiplique por veinte hipotéticas cuadras. Como resultado dio un plan chino. Me estaba por auto bajar de mi propuesta cuando me miraron sus pechos a los ojos. Acaricio mis perros y sentí envidia animal, por eso le dije a mis ojotas, que se pongan cómodas por que comenzaba el viaje al destino loco. Caminamos 10 metros sin hablar, ella se reía y yo miraba a los perros, me perecía como que hablaban entre ellos y se decían que los estaba haciendo caminar al pedo, que no se iba a dejar montar la bella sonriente. Eso me tiro para abajo y tuve que bajar los objetivos en la marcha de hormonas. Ya no pretendía ir a los bifes. Le pregunte si le gustaban los perros y me dijo que si sin hablar. Se los ofrecí como regalos. Ella dejo de sonreír y de caminar. Me dijo que no me creía y le dije que se los regalaba si me regalaba un poco de posibilidades. Me dio una posibilidad por cada perro en diez posibilidades y me aclaro que no estaría solo en la licitación de su corazón. Yo ya invertí diez metros y tengo mas ahorrados también, así que soy un candidato revelación, voy a pagar el derecho del piso.




Una semana después la chica linda de la historia de arriba, me vino a buscar a mi cabeza, me pidió que continuara con su historia, que ella ya estaba viva, que no la deje huérfana, que me haga cargo de mi creación. Le dije que no estaba muy convencido de fabricar un destino, que ella no existía de otra forma que no fueran letras. “Eso crees vos” me contesto, dijo que ella ya estaba en mi cabeza también, ella era yo mismo, que tenia que continuar su historia para poder hacer mi destino. Me convenció, pero no encontraba la voluntad del burro de arranque, así que voy a empujar las primeras oraciones…



Otro día:



Tenía flequillo y cara redonda, ojos grandes y marrones con labios con imán. También tenía novio, o alguien a quien besar, pero, por ahora era solo un proyecto en el aire de un suspiro, mucho no me preocupaba.



Caminamos seis cuadras casi sin hablar hasta llegar al hall de un edificio. Yo no dije nada y ella tampoco, me estaba poniendo ansioso de no saber que estábamos haciendo. Para ser bien sutil, le pregunte si tenia novio y me dijo que si, en ese momento un perro estornudo. Le pregunte que haría ella en mi lugar si quisiera tener algo con migo y se rió. Su sonrisa ya no me seducía tanto como antes, a veces me fastidiaba, pero le quedaba tan bien que cuando terminaba de reírse, aunque fuese de mi, yo también reía. “yo, si fuera vos tendría un poco de paciencia y confiaría ” Me quede cayado mirándola hasta que ella se rió y después yo me reí también. Le pregunte de donde había sacado esa respuesta tan autoayuda y me dijo que es lo que ella haría si fuera yo, que me estaba respondiendo sinceramente y que sinceramente la sinceridad entre desconocidos es tan fina como una tela de juicio. Ya lo tenía decidido, ella me gustaba más.



Volvi con los perros para casa y nos fuimos a dormir. Me propuse no pensar mas en ella, solo había sido una chica que me cruce en la calle, pensé, pero ese pensamiento se me ramifico en mil reflexiones. La noche y el silencio formaron una pista para hacer patinar todas las dudas, toda lo noche. Lo primero que destaque de esa chica fue reconocer que me había movido el piso, y aunque en un futuro ella no fuese mía, me había servido para darme cuenta que lo que necesitaba era alguien que me descoloque, que me deje bobo, que me ponga a pensar y a sentir. Busque en mi cabeza y no encontré ningún terremoto, recordé como fue la ultima vez que me había enamorado y me acorde lo embobado que estaba. Lo que tengo que conseguir, es volver poner a sentir el cuerpo así, de esa manera. La parte que no me gustaba reconocer ni que se me notara era la ansiedad de mi corazón, de ahí tantas salidas, tantas noches, tanto alcohol, tantos besos amargos etc. Mi vida era de puntos suspensivos, la sentía como en un entre tiempo y me ponía mal esa situación, no quería ningún entre tiempo, no quería sentir ninguna pausa, quería disfrutar todo, poblando el tiempo de cosas copadas, de amor, de sexo, de diversión, de trabajo, de amistad y de letras, no de aburrimiento y de inestabilidad. Casi con 30 me daba cuenta que lo que yo quería era tenerla clara, haber aprendido algo, poder pronosticar, no pisar los mismos palitos, ser sabio en vez de inteligente, controlar sentimientos y ya no sorprenderme de las cosas que se repetían en una misma vida. Buscaba saber los porcentajes exactos de los ingredientes para hacer el destino, será que uno hace su futuro o el futuro se hace solo y uno se va acomodando creyendo que es responsable de eso. ¿Somos responsables o no de nosotros mismos?

¿Voy a conocer la mujer que yo quiera conocer o la que el destino me ponga enfrente?

La combinación de los pensamientos con la realidad es como cuando aprendes a manejar el embrague, no sabes exactamente que es lo que pasa adentro del motor pero podes ver como avanzas o retrocedes. La vida y contexto de cada uno es el mundo de cada uno, y aunque muchos digan que somos todos iguales, la verdad es que no, no lo somos, ni siquiera todos contamos con las mismas herramientas para arreglar y construir las cosas. Lo que tenemos en común es el instinto de felicidad, que no es la misma para todo el mundo y también es común que dos felicidades se batan a duelo.



De repente mi cabeza se quedo sin señal después de visitar mi museo de dudas y me quede dormido en manos de la noche, de la vida, de Dios o de el destino que se hacia cargo de mi mientras yo estaba inconciente. Una centésima después de abrir los ojos, a la mañana, continué maquinando y creí que a lo mejor entonces, el destino era de los inconcientes, de aquellos que no tenían conciencia de su poder como arquitectos de su propio árbol de la vida. Igualmente tanta ida y venida de ideas no son sanas, para mi que todo esto, era lo que no le hacia bien al animo, otra vez me levantaba en el mismo punto donde me fui a acostar, buscando en que porcentaje se podía confiar en el destino y en que porcentaje se podía fabricarlo, porque los extremos no son buenos, pero los grises tienen varias tonalidades, también.



Un mes paso sin que sacara a pasear a los perros, me hice el duro con la nada. Cabe aclarar que mi casa tiene jardín, lo que no trajo mayores problemas para los perros.



Otra vez tubo que venir la chica linda de la historia a buscarme a mi cabeza, “otra vez lo mismo?, seguís tirado acá, no pensás seguir?” “Si linda, ya voy” le dije, vamos de nuevo.

domingo, 14 de junio de 2009

· VICO C


¿Y por que?



Aldo y Stela se habían casado hace un año. Aldo, si fuera por él, ya hubiera tenido un par de hijos, pero Stela no estaba convencida, casi, pero no aún. El tema es el padre de Stela, Vicenzo. Vico, lo llamaban; tenia 78 año y estaba enfermo de una arritmia inglinal C. No es algo letal si te agarra de joven con las defensas altas, pero de grande el panorama no es alentador.
Mientras tanto Stela se fue convenciendo de traer una criatura humana al mundo, la idea le fue cuadrando por este costado: Ella pensó que si su padre conociera a su nieto, él podría mejorar de alegría, ya que la enfermedad de Vico en nivel C, con el tiempo es fulminante. El tiempo en que la enfermedad actúa es arbitrario, no se sabe, depende de mil factores. Por eso, Stela no podía calcular si su padre seguiría vivo para entonces, calculaba que no. Pero igualmente este pensamiento fue la gota que rebalsó en su decisión.

Lo cierto es que al enterase del embarazo de su hija, Vico comenzó a evolucionar, Aldo y Stela tenían motivación razonable para ser feliz. Al sexto mes de embarazo las ecografías eran cada vez más grandes y las probabilidades de Vico cada vez más chicas.


Un día cualquiera podía ser el día de la muerte de Vico, pero un día cualquiera fue el nacimiento de Limbo, el hijo de Stela y Aldo. Ese mismísimo día, cargaron al viejo Vico en el asiento trasero del coche y lo llevaron de raje para el sanatorio. Vico iba muy dolorido pero con una mueca feliz escondida entre el dolor. Estacionaron en la guardia y pidieron una silla de ruedas para llegar más velozmente a la habitación 237. A los camilleros que se ofrecieron a ayudarlo, les contaron el motivo de la visita, por lo que ellos mismo deducieron, que seria mejor idea trasladar a Vico en una camilla. Traspasaron a Vico de móvil y recorrieron los pasillos hasta la 237. Desde el ascensor se escucharon los primeros llantos de Limbo y en la puerta de la 236 Vico murió. La muerte y una nueva vida compartieron un hall y ni se saludaron., que lastima.



Bolos:
· Vico $50
· Stela $ 35
· Limbo $ 10
· Camilleros $5
· Aldo $ 0 (los hicimos venir al dope)

viernes, 8 de mayo de 2009

Cosas que pasan.

Era la primera de la cola del bondi, una de esas señoras que se ponen en el medio de la calle y paran cualquier colectivo para poder verlo de cerca y si no es lo dejan seguir. Pero esta vez el 53 llego primero. Subió fastidiada y transpirada, con bolsas y su cartera, utilizo los dos primeros asientos como mostrador y desparramo todas sus cosas. Buscaba monedas como si no hubiese nadie detrás de ella, algunas personas se compadecían y se miraban entre ellas, otras bufaban por lo bajo y el colectivero amagaba soltando de apoco el embrague. Juan Pablo estaba parado en medio del colectivo esperando que este arranque para empezar a vender alfajores. El colectivo se detuvo y el colectivero se puso a ayudar a Estela que seguía buscando monedas. Juan Pablo no tardo en ofrecerse a juntarle las cosas. Todo se soluciono pronto y Juan Pablo, aprovecho el lugar que quedo junto a Estela y se sentó junto a ella.

Estela
"gracias, nene, que desastre esto de las monedas, encima no veo un pito"


JP
Si quiere yo le puedo cambiar señora, tengo un montón, vendo cosas muy baratas


Estela
Hay, no te puedo creer, sos un ángel nene, ¿Cuantos años tenes?


JP
45


Estela
Mira vos, pareces más jovencito, el tema es que no tengo plata acá para cambiarte ahora


JP
No se preocupe señora, tomo todos los días este colectivo, voy a vender a la Boca...


Estela
Ah, en la Boca, mira vos, yo me bajo a dos cuadras de Caminito, queres venir ahora, bajamos juntos y me cambias ¿Podes?



JP
Como no, ningún problema.


De esta manera Juan Pablo y Estela (68) se conocieron. Estela en agradecimiento lo invito a comer y Juan Pablo se quedo a dormir; y si, hubo sexo, cosas que pasan.
Al día siguiente Juan Pablo se fue con los alfajores y Estela se quedo contando monedas, se acordaba cada detalle de Juan Pablo, sus besos sus caricias, su manera, estaba contenta, separo varias monedas truchas, pero seguía sonriendo, es que en la Boca, una señora se había enamorado de un vendedor ambulante. Juan Pablo antes de irse se llevo el teléfono de la casa de Estela. Ella se fue a la feria a comprar cereales para tener de desayuno mañana, por las dudas que vuelva el vendedor de alfajores, es que ella era diabética y los alfajores no eran una buena dieta. Mientras caminaba con su chango reflexionaba en el tiempo que llevaba sola, no tenia pensado volver a enamorarse, pero ahora se sentía joven, con ganas de estar acompañada, estaba ansiosa por volver y sentarse junto al teléfono, estaba ilusionada como una adolescente.
Pasaron dos días para que el teléfono sonara, Juan Pablo llamo para decir que tenía más monedas para ella. Era su cumpleaños, su hija también vendría a visitarla esta noche.
Eran las 9 de la noche y Juan Pablo no había aparecido, Estela ya tenia otra cara, había preparado un pollo con papas increíble. El Timbre sonó nueve y media y al abrir la puerta estaba su hija en la puerta, Estela salió a abrirle la reja y justo llego Juan Pablo, la cara de Estela cambio. Se presentaron entre todos, ahora Juan Pablo no era un extraño.
La comida estaba a punto, pero Juan Pablo había llevado un Fernet y unos quesitos; el pollo tuvo que esperar. Samanta y Estela quedaron a solas en la cocina mientras Juan Pablo cortaba en rodajas el quesito.

Samanta
"Ma ¿Quien es este bombonaso?


Estela que estaba con la fuente del pollo con papas en la mano, casi deja caer todo al piso, pero Samanta, rápida, la atajo en el aire. Estela nerviosa ordena la comida, apaga el horno y lo vuelve a guardar. Entra Juan Pablo a la cocina, las dos se quedan en silencio.

Samanta y Estela (a la vez)
¿Que necesitas, falta algo en la mesa?


Se miran entre los tres y ríen, Estela agarra pan y lo lleva a la mesa huyendo de la incomoda situación, mientras Juan Pablo y Samanta comienzan hablar de la humedad y de la sensación térmica. Desde la mesa Estela escucha risas y carcajadas, otra vez cambia la cara, se sienta y come pan con queso, destapa el Fernet y se toma medio baso, puro. Samanta se acerca a la mesa.


Samanta (en voz baja, al oído de Estela)
Así que tenes un amigo nuevo que vende en el 53, me contó lo de las monedas, es un ángel, me paso su teléfono, creo que esta muerto conmigo, es un divino.


Estela no contesta nada y se va a la cocina a buscar la comida, lo encuentra a Juan Pablo con la bandeja en la mano.


JP (como si nada)
Listo, a comer


Estela (en voz baja al oído)
Olvídate de lo nuestro, y no le digas nada a mi hija, es la ultima vez que pisas esta casa.


Estela le saca la fuente de la mano y se la lleva a la cocina.

Dos meses pasaron sin que Estela vuelva a tomar el 53. Juan Pablo y Samanta se casaron, es mas, Estela va a ser abuela.
Con los días y la mezcla de tristeza y felicidad que sentía Estela, ella enfermo, comenzó con una mancha oscura en la piel, una mancha con una forma rara, como si fuera un alfajor. Cáncer dijo su medico de cabecera.

martes, 5 de mayo de 2009

Gala Botona.

La mina se murió, y a el la diabetes se le fue a la mierda, insulina todos los días y todos los días se convertían en egresados. Con la poca nafta que tenía, hizo la última exposición de los cuadros que había pintado su mujer cuando tenía cuerpo. Toda la gente iba por compromiso, el tipo este daba lastima. La gente decía “y, hay que ir, esta jodido, pobre “.

Ernesto hace mucho que se había soltado del mundo, no le importaba Internet, ni youtube, ni un carajo. Y después que se murió Gala, menos que menos. Ahora la cosa se complicaba, la soledad no estaba en los planes, igualmente los planes no existían, en la casa de Ernesto, no ibas a encontrar un plan en ningún lado . Los días se fabricaban solos, lo que dios quiera, y dios no esta, solo estaba el, solo.

Al final rompió tanto las bolas, que hizo la exposición, invito a 5 o 6, parientes, amigos y enfermeros. Era a las 9 en punto, la mayoría ya conocían todos los cuadros, es que antes de morir, Gala expuso muchas veces.

Se juntaron todos en la puerta a esperarse, parece que nadie quería entrar primero, entraron todos juntos. El viejo no estaba, estaban todos los cuadros colgados bien iluminados, había velas y sahumerios. Había una nota también (obvio)

“me fui a la mierda, hable con Gala y me dijo que son re caretas”

domingo, 12 de abril de 2009

Pis de perro.

Es un cuento territorial:

- No flaco, no está.
- ¿No sabés cuándo vuelve, o si estará por llegar?
- Mirá, no vengas más acá, sin vueltas te lo digo. Así de una, no vengas más. Esta es mi casa y no tengo ganas de verte la carita, ¿sabés?
- Ok, comprendo, pero tampoco me pongas ese tono, ¿viste?
- Te pongo el tono que quiero, estoy en mi casa. ¿Me vas a explicar cómo hablar en mi casa?
- No, no perdería el tiempo con un zapato como vos.


Ignacio dejó la puerta entornada y se fue para adentro.. Víctor, se quedó en el hall. Puertas adentro se escuchan ruidos de envases de vidrio. Sale Ignacio al hall.


- ¿Vos de dónde saliste? Qué hacés acá?
- Yo la conozco desde antes que vos. De dónde saliste vos en todo caso?
- Yo soy el marido.
- Yo soy un amigo.
- Vos sos un payaso careta. Volá de acá.

Ignacio se va y deja la puerta abierta nuevamente. Víctor va a contestarle pero se calla. Puertas adentro se escucha agua correr .. como si se llenara una botella (cluc cluc cluc).

Ignacio sale a al hall. Víctor está en la puerta del ascensor y ya tocó el botón.

- Hacés bien en irte sabés? Tenias cara de cagón.


Víctor no dice nada y se va en el ascensor. Ignacio se mete adentro y cierra la puerta. Camina hasta la cocina, agarra una botella de cerveza abierta y luego enfila para el balcón. Espera y mira para abajo. Al ratito levanta la botella toda rellena de agua agarrándola del pico, calcula… y deja caer la botella en la cabeza de victor.

martes, 7 de abril de 2009

La Motito


La Motito:
Tenia nafta en el estomago y la cabeza carburando, tenia que hacer algo, no me gustaban esos arranques, no sabia como manejarlos. Miraba a través del vidrio y veía la misma cola de todos los días, las mismas caras también. En un segundo me acorde de lo que pediría cada uno, otra vez 20 minutos para que me den un sándwich de milanesa calentado al microondas. El arranque no me dejo entrar, mi cuerpo se negó a la misma monotonía redundante de la cola de la panadería. Ese día me fui corriendo casi llorando y muerto de hambre, me fui pero sabía muy bien que volvería.

Un día de vida después:

Volví, ya no estaba pensando, mi lado oscuro me velo, caminaba directo al vidrio de la puerta, esperando reconocer la imagen diaria reiterativa, pero me tomo por sorpresa el olor a milanesa. No entiendo como pude olvidarlo, me distraje en la mala sangre.

Llegué a la puerta y la pateé torpemente. La gente no comprendió. Para romper el hielo de la locura saque el 38 de debajo de mi campera y me subí al mostrador. La gente comprendió.

“””””“¡¡¡¡¡¡Todos la piso la puta medre que los re mil parió, tirate al piso la concha de tu madre, vos, la del mostrador, prepárame uno de mila, calentalo en un horno eléctrico, ponele mayonesa y traemelo yaaaaaaa!!!!

La chica del mostrador se quedo inmóvil, camine por el mostrador y le apoye el fierro en la frente…
“¡¡¡Dale perra, move, move, no te olvides de calentarlo, hija de puta!!!”””

Por la misma ruta camine hasta la caja y a la cajera que estaba desparramada en el piso…

“¡¡¡Cóbrame el sándwich y dame cambio, me das un caramelo y te agujereo 20 veces perra!!!!”

Rápidamente llego mi almuerzo, me lo trajo un cocinero, me dijo que lo traía el porque la chica se había desmayado. Agarre mi paquete, pagué y me fui. No tire ni un tiro, era muy zarpado, estaba lleno de gente.

sábado, 4 de abril de 2009

Persecuta.Com

Iba mirando todos los puestos de ropa viendo que le podía comprar. Una vez en la vida tenía algo de plata en la mano y le quería llevar algo. Dentro de poco íbamos a cumplir un año de estar juntos. Ese día no le compre nada y me fui a verla. Ella estaba escuchando a un gallego cantar cuando entre en su habitación. Me dio un beso y me abrazo. No se por que siempre entraba a la defensiva, y ella me abrazo y me dejo bajar la ansiedad, para poder hablarle. Me dijo que me amaba mucho, pero por costumbre genética, siempre desconfío de las flores. Haciendo como que no me importaba le pregunte si me quería mas a mi que al gallego que estaba cantando. Ella se rió y me dijo que a ese gallego jamás lo conocería en persona, que tiene tanta plata y mujeres, que nunca se fijaría en ella. Que pelotudez tan grande acababa de decirme, si el gallego la viera, seguro, seguro que intentaría seducirla. Ella seguía bailando y cantando a coro con ese gallego. Le pregunte que pasaría si ese gallego viniera a la argentina a dar un recital y por ejemplo se lo encontrara en un restaurante ¿Te lo cojes? –









-Si lo miras desde el punto de vista que esto podo haber sido real, es tristísimo.

miércoles, 1 de abril de 2009

Llorar peor.

El flaco la estaba llamando otra vez desde el teléfono de la pieza del gato, mientras yo lo miraba desde el pasillo. Por hacer tantas llamadas, se ganó una verdad de las filosas. Ella le decía que la deje de llamar, que estar en otro lugar significa que ya se enamoro de otra persona. El lloraba como un nene cuando lo dejan en el jardín por primera vez. Sin decir chau, cortó el teléfono y se tomó de la panza.
Entré a la pieza del gato y lo miré llorar sin decirle nada. Le prendí la computadora y en youtube le mostré videos de funerales, para que vea los verdaderos llantos de hermanos, padres, hijos, amigos que perdieron a alguien para siempre. “No se murió nadie en tu caso” le dije, pero el truco no funcionó, el se puso a llorar peor. Me preguntó cómo dejar de quererla, de no pensar que está con otro y le dije “la verdad no se”. En esta edad aún no tengo respuestas. Me contó que estaba muy aburrido, que estaba esperando darle la razón a la vida, pero que le costaba no rendirse. No le costaba llorar y cuando arrancaba lo hacía contundentemente. Me contó también que desde chico era llorón, lloraba en el colegio, en inglés, y en casa también. Tenía como mucha culpa por todo, mucho miedo y que ahora de grande lo podía distinguir. Era miedo y culpa. Esas son dos cosas que con el tiempo van mutando en otras actitudes, pero en general, si te contagiaste de chico, de grande aún lo tenés latente. Le propuse que espere, que siga llorando todo lo que quiera, que después junte ganas de salir y que cuando quiera salga corriendo como un perro en el parque.
No le cabio*. Es que el creía que ella aún seguía enganchada desde algún costado con el, pero cuando la llamaba; las noches se le ponían muy saladas de tristeza. Todos los consejos fueron retrucados esa noche. Pero si yo era el que aconsejaba no bajar los brazos, no podía darle tan mal ejemplo de dejarlo tirado por no hacerme caso, después de todo, yo quién carajo era para dar consejos. “Conoce gente” le dije, y me tiró un cuaderno en la cabeza. “No tengo ganas” gritó, no tenía ganas de salir a chamuyarse a nadie, no tenía paciencia para eso. El quería ir al grano, pero los buenos granos tienen mucha cáscara y sin paciencia no se abren (?). El quería diseñar un plan para recuperar a su ex chica y me contó que ella lo había dejado por planificar todo, por ser estratega, zorro, pillo y también berreta. Entonces esa contradicción le hacía corto circuito a la hora de ponerse a pensar aquel plan. Sus oídos siempre escucharon que si la quería la tenía que dejar libre, que aparte de ser más sano, tenía más chance de recuperarla de ese modo, que si la llamaba para llorarle al teléfono. Yo le dije que eso era verdad, que estaba de acuerdo, pero eso era para la gente fría o con las cosas muy claras y el corazón de acero. Se paró y me abrazó, “por fin de acuerdo” me dijo y sonreímos los dos, yo sonreí porque me di cuenta de que no estaba seguro de lo que decía y el sonrió porque alguien lo apoyaba. “Voy a diseñar mi plan” me dijo y yo no sabía qué hacer. En un momento sentí que me pudo estar psicopatiando para que yo terminara apoyándolo, pero después me auto-acusé de perseguido. Le dije que haga lo que quiera, después de todo ¿Yo quién carajo soy? Concluimos pensando en común el mismo acuerdo, que esto es como todo, siempre que se empieza algo de nuevo, si se empieza de cero es mejor, como una crisis, una quiebra, un desalojo o cualquier cosa, pero antes que eso, tenés que querer empezar de 0, que no es lo mismo que empezar de nuevo. A pesar de la filosofía, el entendió lo que yo decía, se le notaba en la cara como captaba todo. Estábamos hablando muy en serio cuando él me pregunto por mi ex mujer. Qué maniobra tan estratega contra mi coraza me estaba poniendo este pibe. Me tembló la voz y me delaté, se me vio la hilacha de las ganas de verla, se dio cuenta que la extrañaba como loco. “epa epa epa, estoy frente a un mismo espécimen” Nos dimos la mano”. Ahora iba a tener que poner la voz mas cruda para que me tome en serio. Le expliqué que yo ya había pasado por ese lugar, y que por eso me tomaba el atrevimiento de aconsejar, que en esta etapa, lo más importante es que la gente te tire buen augurio, porque es una subida difícil de escalar, hay quienes tienen mochilas tan grandes o no tienen herramientas para escalar, y se tienen que quedar abajo. Por eso le dibujé un poco los números, para hacérsela mas fácil.
Al tercer día resucitó entre los muertos, ya era otra persona, y yo no sabía qué decirle, no quería recordarle lo mal que estaba hace tres días, a ver si recaía. El tercer día estuvimos todos de buen humor, íbamos de acá para allá.
Afuera
Dimos mil vueltas y un bar nos gustó para estar a gusto. Fernet, coca, cervezas y un tequila para cada uno, lo suficiente para estar gustosos. El tenía una cara rara, tipo un payaso, estaba como contento y triste a la vez, eufórico y di fónico. Yo comencé a moverme como si bailase y el también. El lugar en el que estábamos era muy cotizado, estábamos en un pasillo obligado para ir y volver del baño de mujeres. Con la noche, el pasillo era una pasarela de posibilidades, aunque ninguno pensaba ver pasar una media naranja en aquel bar, los dos tirábamos redes en todas las olas. Me hacía reír ver como él remaba y ellas también se reían, era un buen espectáculo como para no pedir otra cervecita, con el tiempo me contagié y yo también empecé a asaltar vagones en el tren del amor. Más de una vez me corté las piernas con los rieles esa noche, muchos vagones pero pocas nueces, todas eran simpáticas, mucho perfume a “tengo novio”, y nosotros a esa altura ya estábamos ensañados con el éxito. Me invitó con otra cerveza para hacer una pausa en la cacería, hablar y ver en que estábamos fallando. Yo primero le propuse contarle mi visión sobre el, le dije que creía que estaba hablando muy fuerte, que las asustaba, que muchas chicas se tapaban la cara cuando les hablaba. El se empezó a reír descostilladamente, me preguntaba si le estaba hablando en serio, que el no se había dado cuenta de ser tan patético. Lo tranquilicé comentándole que yo también lo solía hacer y el me comentó que me vio bostezar mientras yo le hablaba a la oreja a una chica. Me reí, no tanto como el, pero recordé el momento del bostezo, y me acordaba de lo aburrido que era lo que yo le estaba diciendo. Hablamos un poco más y nos reímos, después los dos pusimos cara de cansados y nos fuimos al coche. Yo propuse descansar en el auto hasta poder entender las cosas, pero el capricho de dormir cómodos era gigante, así que pusimos el auto en marcha y arrancamos. Venía callado al lado mío, pero con los ojos abiertos, yo manejaba sin acotar. Lo dejé en la esquina de su casa para no dar la vuelta y me fui.
A las dos cuadras escuche un tiro.*




• Cupo
• * Pum!
• Es un cuento medio agarrado de los pelos.

martes, 24 de marzo de 2009

Un Desastre.

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Fui al baño corriendo, no aguantaba más. Con una mano me tenía el pito y con la otra me apoyaba sobre la pared de enfrente. Junto a mi mano de la pared, había un pequeño ventiluz con la hoja de vidrio entreabierta. Miré por la ventana y vi el cielo, luego sentí una sensación de angustia eléctrica y una milésima más tarde vi pasar por la ventana, el cuerpo de un señor que caía al vacío. Primero pensé que era algo que se parecía a un tipo, un micrón de centésima después, me empapé de horror cuando entendí que lo que había visto era una persona. Todas estas reflexiones secuenciales entraron en una milésima de segundo, luego atiné a taparme las orejas y cerrar los ojos para no escuchar el ruido del cuerpo contra el piso. Dos segundos después, escuché el grito más desgarrador del mundo, me partió a la mitad, se me vencieron las rodillas y caí frente al inodoro, lo abracé y vomité toda la angustia que había entrado por la ventana.